domingo, 5 de febrero de 2012

La Playa (VI)

¡UPS!... YO TE CONOZCO

Una vez más volvía a ser lunes, el tercer día de trabajo. Por suerte los dos primeros días no habían sido muy estresantes, simplemente le recordaban lo que ya sabía de memoria, solo tenía que aprender la distribución de esta editorial en concreto. Y después de todo una buen café con la compañía de Rachel.
- ¿Qué tal tu día de hoy? – pregunto ella al verle abandonarse en el la silla de diseño junto a la barra. Le sirvió una taza de café, que Max dirigió a sus labios rápidamente.
- Bien. Aunque…-tomó un sorbo de aquella amarga droga no suficientemente endulzada.
- Un poco aburrido. Mañana tengo una entrevista con el primer cliente. Creo que es un escritor que quiere probar con una nueva modalidad… y, bueno, la verdad es que estoy bastante nervioso. Rachel sabía a que se refería Max aunque aplicado a otros campos, ella no tenía ni idea de cómo era el mundo literario.
- No deberías, llevas bastante tiempo en ello Max. Además, se te da bien, algo que seguro que a Silvia aun le molesta…-justo después de pronunciar las ultimas palabras se calló.
- Perdona, se me olvido que no te gusta que la nombre.
 - No te preocupes. –se limitó a contestar mientras apuraba el último trago de café.
- ¿No puedes salir hoy antes? Quería invitarte a una copa.
- Quizás el sábado…-dijo la camarera cogiendo con cierto pesar la taza vacía.
-Hoy no puedo.
- Lo tomo como una promesa.- le dedicó una sonrisa. A penas quince minutos mas tarde estaba profundamente dormido, como si el extraño excitante funcionara en su organismo como un sedante…
 Llegaba tarde a la oficina, en un tercer día de trabajo, y seguramente el cliente llevaría esperando unos diez minutos. Hizo una seña a la secretaria para indicarle que tenía prisa por arreglar su tardanza y le susurró que ofreciera algún refrigerio al individuo que esperaba en el interior. Cogió la carpeta que descansaba sobre la mesa de su ayudante Georgia, un informe sobre lo que debía discernir con el personaje que le esperaba, y, que por supuesto, no había leído.
 Se abrió paso en la sala mirando los papeles, leyendo por encima un argumento, sobre una novela cómica.
- No veo inconveniente en que escriba la novela que…
No pudo creerlo cuando vio aquellos hilos dorados caer sobre el rostro que tantas veces había visto en entrevistas televisivas. Y sobretodo, ¿cómo iba a olvidar la chica a la que casi mata con su bicicleta (sí, esa que llaman ecológica) aquella mañana en la playa?
 - Di-disculpe. –dijo rectificando su entrada
- Soy Max. Ella sonrió. Ante sus ojos estaba la famosa Sarah Sullivan, escritora del gran éxito y fabulosa novela negra 'Cartas a un cadáver'.
 - Di-disculpe. –dijo rectificando su entrada- Soy Max. Ella sonrió.
 - Sarah Sullivan, aunque supongo que ya lo sabía.- su tono era cortés, pero informal, como si el tema no fuera tan serio como Max lo consideraba
- Por cierto encantada de conocer el nombre del que me causó un par de magulladuras en el trasero.- dijo divertida, con una naturalidad sorprendente. Su mirada marina le dejó un poco desconcertado, suerte que en ese momento entró Georgia…

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