jueves, 18 de noviembre de 2010

A solas, a oscuras

Ya no era una sensación de angustia, ni de desamparo. Ni si quiera de inutilidad absoluta. No era como era antes, pero aún así la soledad se planta delante de cada puerta, de cada camino y cada decisión. Cómo animándome a entrar en su mundo del que sé que nunca podré salir.
- Espera... espera un momento más. Quédate conmigo, solo un minuto.
- Tengo que irme. La vida no espera, y tampoco lo hace la muerte.
- Estoy acojonada.
- Suerte con eso.
Y se hundió en la oscuridad.